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sábado, 14 de marzo de 2015

¿Qué quiero ser de mayor? 


Qué típica esta pregunta, ¿no? A los taitantos ya debería ser un poco raro plantearnos esto. Pero por suerte o por desgracia en este cutre mundo que nos ha tocado vivir para los jóvenes y no tan jóvenes, los treinta son los nuevos veinte y podemos permitirnos dar vueltas y vagabundear laboralmente en busca de lo queremos realmente hacer. La realidad es que ahora alargamos esa etapa de búsqueda hasta casi los treinta y cinco, cuando tus padres a esas alturas tenían ya tres hijos y una hipoteca. Hay que verle el lado positivo, y eso de estar desempleado da un tiempo precioso para estudiar y hacer cosas que nos pueden ayudar a encontrar un mejor trabajo cuando la tormenta haya pasado.

  Lo que les pasa a muchos es que, aunque tienen una carrera, un master y, si la cosa se ha ido mucho de madre, hasta un par de cursos en un sector en el que les hubiera gustado trabajar, pero no tienen experiencia. Es un mal común. ¿Qué hacer para romper con este círculo vicioso?

domingo, 1 de marzo de 2015

Ante todo mucha calma...¡y creatividad!

Ante todo mucha calma...¡y creatividad!


Para inaugurar oficialmente La huérfana profesional me gustaría contaros cómo he afrontado yo esta tragedia laboral que estamos viviendo la generación de los nacido en los 80. No es que se libren los nacidos antes y después, pero podemos poner esa década como la que engloba a un mayor número de damnificados.

  Supongo que el escenario "mujer de 30 años, con una licenciatura en comunicación o similar carrera de Humanidades, trabajando de algo completamente distinto y frustrada a rabiar por no sentirse realizada", os es familiar. Ante esta común situación de hoy en día hay dos posibles caminos que un o una pobre huérfana de profesión puede tomar: rendirse y conformarse con un trabajo cualquiera, de lo mejor que encontremos, sea del tipo que sea o intentarlo una vez más y buscar alternativas para explotar al máximo nuestras habilidades y formación y encontrar lo que buscamos. Yo me quedo con la segunda, primero porque no soy conformista y segundo, porque me lo puedo permitir (esto es tristemente, fundamental a la hora de dar giros a nuestras vidas).